¿No es lo mismo sumar que añadir?. ¿No són dos y dos cuatro según el concepto abstracto matemático, y siguen siendo cuatro si utilizo mis dedos o caramelos para integrar la competéncia de la suma al currículo escolar?.Al fin y al cabo el alumno acaba obteniendo el mismo resultado.
Qué coste tiene dar una explicación verbal a la clase, sobre fracciones y poner unos ejercicios, sin garantía de que todos los asistentes acabarán comprendiendo ese concepto y no sólo realizando mecánicamente los deberes y exámenes sin integrar esa competéncia, en vez de invertir en conocimiento adaptado a alumnos que pueden acabar dominándolo si se les hace llegar la información por otros canales.
¿Porqué en el aula no se manipulan las matemáticas, no se comen, se juega con ellas, se integra en conceptos cotidianos para inducir a la regla o se demuestra realmente que están en todo lo que tocamos y hacemos en el día a día?
Utilizar piezas de fruta fraccionables (mandarinas, naranjas, etc.) es una buena forma de que algunos alumnos (más de los que apostaríamos) puedan comprender la diferencia entre una fracción própia y una imprópia,sin necesidad de "obligar"a realizar una lectura incomprensible -incluso para la mayoría de adultos- de ambas definiciones y completar unos ejercicios que muchos acabarán por corregir de la pizarra sin adquirir el concepto que se pretendia enseñar.
Muchos de estos alumnos aprueban exámenes, incluso con notas excelentes, pero son incapaces de abstraer la misma operación fuera del entorno escolar. Ysi enseñamos, formamos o educamos debería quedar patente en la manera en que se afianzan los conocimientos en los alumnos.
La capacidad de pensar, y pensar diferente, es inherente al ser humano, cuando podamos integrar esta premisa en el entorno educativo y comprender su importancia a la hora de adaptarnos en la enseñanza, demostraremos que también el que está al frente de la labor educativa es un profesional apto para impartir conocimiento.
